¿El
día del trabajo?
Es difícil celebrar el día del trabajador en los tiempos
que corren, básicamente porque cada vez existen menos trabajadores,
particularmente en Europa y América.
Nos encontramos atrapados entre fuerzas cuya intensidad y
objetivos escapan al ciudadano medio. También entre concepciones erróneas e
iniciativas tomadas muchas décadas atrás, que desembocan en la situación
actual.
En resumen, la política de trasladar la producción a
entornos más dóciles y baratos ha fracasado.
Si bien es cierto que ha permitido abaratar el componente
de mano de obra en los artículos, consecuencia evidente del régimen de explotación
en los países asiáticos, ha empobrecido al ciudadano medio europeo, restándole
trabajo y por ende poder de compra.
Digo que ha fracasado porque el objetivo de producir un
salto del modelo comunista chino a uno capitalista, de libre mercado (como sí ocurrió
en Rusia), no se ha dado. China ha conseguido mantener una dualidad perfecta,
algo que podríamos llamar “el sueño de Trotsky”.
Trotsky apostaba por la fabricación masiva de artículos
desde el mundo socialista no como herramienta meramente económica, sino como
instrumento político de debilitamiento del capitalismo. En otras palabras usar
el capitalismo para derrotar el capitalismo.
Las vicisitudes del proceso revolucionario en Rusia, y la
situación del momento, desembocaron en
la concentración de poder en figuras como Stalin, rígidas y dictatoriales, que
postergaron y purgaron el modelo de Trotsky.
Una leyenda urbana doctrinalmente arraigada en el
pensamiento neoliberal, es que la caída del comunismo en Rusia fue consecuencia
de las políticas de personajes como Reagan, thatcher y sus herederos ideológicos.
Ahora y hoy, equipos y conocimientos están en el lugar
equivocado para la sociedad occidental, consecuencia de una manera naif
de ver el mundo, por nuestras clases dirigentes.
Cuando la ambición no está acompañada de inteligencia
solo es codicia.
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