domingo, 25 de noviembre de 2012

¡Decencia!

Les voy a decir una cosa: ¿qué importa el color de la piel de un hombre si los testigos son perjuros, si el abogado se encuentra entre los perjuros, si el fiscal del distrito es capaz de dejar a un hombre a merced de la chusma con tal de ganar crédito político, y hombres formados, hombres de Dios, se aprovechan de ello?. ¿Es eso justicia?. Déjenme que les diga lo que es la justicia. La justicia es la ley, y la ley es el débil esfuerzo del hombre por tratar de asentar los principios de la decencia. ¡DECENCIA!, ¡y la decencia no es un acuerdo, no es un punto de vista o un contrato o un chanchullo!. La decencia es lo que sus abuelas les enseñaron. Está en sus huesos. Ahora váyanse a casa. Váyanse a casa y sean gente decente. Sean decentes.

La hoguera de las vanidades 1990 (discurso del Juez Leonard White)

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